Todo lo que tienes que saber sobre la vida - Reseña crítica - Enrique Rojas
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Todo lo que tienes que saber sobre la vida - reseña crítica

Todo lo que tienes que saber sobre la vida Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Autoayuda y motivación

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788467057768

Editorial: Espasa

Reseña crítica

La claridad de las explicaciones del autor Enrique Rojas, su profundo conocimiento sobre el tema en cuestión, su larga experiencia y su tono divulgativo y práctico se ponen al servicio de todos para ayudarnos en nuestro proceso de autoconocimiento. No hay madurez psicológica sin conocimiento propio.

Este libro es una hermosa invitación a la reflexión. ¡Anímate a ser feliz!

El ser humano

El ser humano es una realidad compuesta de cuerpo, alma y psicología. Es fundamental conseguir una buena articulación entre estos tres principios que se hospedan en su interior. El humano posee cuatro notas que son claves: inteligencia, afectividad, voluntad y espiritualidad. Estas lo diferencian del resto del mundo animal.

Inteligencia es la capacidad para captar la realidad en su complejidad y en sus conexiones; es capacidad de síntesis. Saber distinguir lo accesorio de lo fundamental. Es el arte de reducir lo complejo a sencillo, es claridad.

La afectividad está constituida por un conjunto de fenómenos de naturaleza subjetiva, diferentes de lo que es el puro conocimiento, que suelen ser difíciles de verbalizar y que provocan un cambio interior. La vía regia de la afectividad son los sentimientos.

La voluntad es la tendencia para alcanzar un objetivo que descubrimos como valioso. Es un apetito racional que nos impulsa hacia una meta. Es un propósito que se va haciendo realidad gracias al trabajo esforzado. Voluntad es querer y querer es determinación.

Por último, la espiritualidad significa pasar de la inmanencia a la trascendencia, de lo natural a lo sobrenatural, descubrir algo que va más allá de lo que vemos y tocamos. De la visión horizontal a la vertical: es captar el sentido profundo de la vida.

¿Qué nos falta para ser felices cuando uno lo tiene casi todo y no lo es? Lo que nos falta es saber vivir. Y eso es aprendizaje para manejar con artesanía estas cuatro dimensiones que hemos mencionado.

La puerta de entrada al castillo de la felicidad consiste en tener una personalidad madura, una mezcla de conocimiento de uno mismo, equilibrio, armonía entre corazón y cabeza, saber gestionar bien los grandes asuntos de la vida, capacidad para tener una conducta apropiada según las circunstancias, responsabilidad, y saber tener unos objetivos en la vida realistas, medibles, que nos ayuden a crecer como seres humanos.

Hay dos puntos claves en relación con la madurez psicológica: la personalidad y los sentimientos. La primera es la forma de ser de cada uno, un conjunto de pautas de conducta actuales y potenciales que se mueven sobre tres grandes columnas: la herencia, el ambiente y la biografía.

A la parte hereditaria de la personalidad se la llama temperamento, y viene con el equipaje genético. A la parte que procede del entorno, del tipo de familia y de la educación recibida, estudios, formación, amistades y un largo etcétera, se le llama carácter.

El tercer ingrediente de la personalidad se refiere a la historia personal, donde se acumulan hechos, vivencias, traumas, éxitos y fracasos.

Los sentimientos

Los sentimientos, por su parte, tienen varios lenguajes esenciales: la conducta, el lenguaje verbal y no verbal, y la coherencia con la vida personal. Dicho de otra manera: los hechos, las palabras y los gestos, así como la armonía de la propia vida. Son estados subjetivos, difusos, que tienen una tonalidad grata o molesta, y son desencadenados por estímulos externos o internos.

Por “estado subjetivo” debemos entender que la experiencia es interior y que es uno mismo el que la percibe desde su intimidad, el territorio donde desfilan todas las vivencias que cada uno vive de forma singular. “Difuso” quiere decir que aquello que percibimos tiene un cierto fondo desdibujado, impreciso, poco nítido, de perfiles borrosos.

La tonalidad es grata o molesta, positiva o negativa. Lo que nos dice es que no existen sentimientos neutros en sentido estricto.

Desde el exterior, la gama de cosas que pueden producirlos es el cuento de nunca acabar: pueden ser estímulos físicos, psicológicos, sociales, culturales y espirituales; cada uno de ellos tiene una enorme riqueza y a la vez están interconectados con los otros.

La inteligencia debe ayudar a los sentimientos, enseñarles el mejor camino. Y eso no es fácil, porque la vida misma hace que nos apasionemos por algo y perdamos la perspectiva.

La madurez de los sentimientos se trata de entender qué es, en qué consiste y cómo debe funcionar la vida afectiva para que sea sana, madura, equilibrada, armónica, bien formada.

El amor

Lo que el ser humano necesita es amor, es el primer argumento de la vida. Esta es una palabra llena de distintos significados, pero ahora nos vamos a referir a la relación afectiva entre dos personas que se quieren y que desean compartir su vida.

Para enamorarse, hay tres condiciones sine qua non: admiración, atracción física y psicológica, y aspiración hacia un proyecto común.

El cuidado sistemático de las cosas pequeñas va a hacer que el amor no tenga fecha de caducidad. Los sentimientos no son estáticos, sino dinámicos: cambian, se refuerzan, mejoran, se adocenan, se difuminan.

Madurez afectiva es conocer al otro en sus valores y en sus defectos. Después del primer deslumbramiento, viene la operación de valorar al otro como realmente es y no elevarlo tanto de nivel, ya que eso luego no coincide con la realidad del día a día.

Es sencillo enamorarse y es bastante complejo mantenerse enamorado. En eso consiste la madurez sentimental: saber cuidar, mantener y vitalizar el amor para evitar el gran enemigo, la monotonía, que se lo puede llevar todo por delante.

En primer lugar, es importante el lenguaje verbal, saber dialogar, que siempre exista la posibilidad de hablar, de tener una relación fluida, sabiendo esquivar y sortear los problemas que vayan surgiendo.

En segundo lugar, el lenguaje no verbal también es clave, hecho de gestos, maneras y estilos pero sin palabras. Es complicidad, una especie de diálogo propio que llega a formar un vocabulario privado con una enorme fuerza y que hace más sólida esa pareja.

Y en tercer lugar, el lenguaje subliminal, que se mueve entre los dos anteriores en una frontera borrosa, huidiza, desdibujada e imprecisa.

Educación sexual

Educar es promover el desarrollo integral de una persona, trabajando cada una de sus dimensiones: física, psicológica, social, cultural y espiritual, sin escamar ninguna de ellas. Las palabras claves son desarrollo integral.

Esto va a repercutir en el propio individuo, pero también va a colaborar en la transformación de la sociedad. Debemos distinguir bien entre dos conceptos que se arremolinan a su alrededor: información y formación.

La información es importante, pero hay mucha gente muy informada que no sabe a qué atenerse. Por el contrario, la formación es tener ideas claras sobre los grandes temas que importan al ser humano y que dan criterio, es conocer la realidad y tener una conducta que está por encima de las modas.

La educación empieza por la personalidad: ayudar a conocerse a sí mismo, saber las propias aptitudes y limitaciones, tener claros los principales puntos de nuestra forma de ser. Aquí la ayuda de los padres en los comienzos es clave: son el primer referente y no pueden pretender que sus hijos practiquen cosas que ellos no hacen.

Una sexualidad sana, adecuada y humana debe estar situada dentro del campo de los sentimientos. Amor y sexualidad deben ir unidos. Entonces bien podemos decir que la sexualidad es un lenguaje del amor comprometido. Arranca de una atracción que no es solo física, sino que lleva a buscar en otra persona una plenitud.

Hoy el ser humano está como narcotizado, anestesiado, adormecido. Bombardeado con muchas cosas que generalmente lo dejan abrumado y sin resortes para reaccionar a todo eso. Es clave saber entender lo que está sucediendo y descubrir los cambios tan vertiginosos que suceden.

La adecuada educación deviene de esta premisa: ama todo aquello que es digno de ser amado, no porque te es útil ni porque te da placer.

El autor afirma que la pornografía es mala, porque degrada al ser humano, lo convierte en alguien que solo ve en la mujer la posibilidad de tener algún tipo de contacto sexual, desdibujándose otras muchas posibilidades en la relación hombre-mujer. La pornografía, afirma, es una mentira sobre el sexo.

Asimismo, el autor observa desde hace cierto tiempo un fenómeno: la falta de madurez afectiva en hombres jóvenes que van desde los veintitantos años en adelante y que no saben gestionar de forma sana el mundo de las emociones.

Esto se manifiesta de modos muy diversos: infidelidad, amores ficticios, relaciones frágiles que se rompen, recomponen y se vuelven a romper, rupturas traumáticas y mucho desamor en nuestro entorno.

La mujer sabe mucho más de la afectividad que el hombre. Esta característica tiene dos raíces: una biológica, ya que la mujer transmite la vida y la posibilidad del embarazo la marca; y otra cultural, en Occidente casi toda la educación afectiva la ha realizado la mujer (en los últimos años, esto está cambiando).

El hecho de no conocer lo que son los sentimientos se presenta mediante conductas inadecuadas, miedos, no saber cortar una relación que se ve que no va a funcionar y, por supuesto, no saber elegir a la persona correcta.

La felicidad

Ser feliz es tener lo que uno desea. Desear es pretender algo con un cierto ímpetu, con mucho interés y que nos empuja en esa dirección buscando su gozo y permanencia. En el deseo hay anhelo, conocimiento previo de lo que es y que su posesión es placer, satisfacción y disfrute. Pero el deseo es aquello que no tenemos y buscamos.

La felicidad no está en el tener, sino en el ser. Hay una felicidad objetiva que se puede medir y que está centrada en el bienestar, nivel de vida, seguridad, evitación del dolor y búsqueda del placer, poder, dinero, influencia, etc.

Y existe otra felicidad subjetiva, que depende de la interpretación que se haga de la existencia y que no necesariamente está centrada en cosas materiales: consiste en otra visión más personal y relacionada con el programa de vida de cada uno.

Es importante estar contento con uno mismo cuando hay una buena relación entre lo que uno ha deseado y lo que uno ha conseguido. La vida personal consiste en conocer y recorrer la travesía de las tristezas que van y vienen.

La felicidad absoluta no existe, es una utopía. La felicidad a la que debemos aspirar es una razonable, que el autor resumiría en esta ecuación: logros/expectativas. Felicidad significa un cierto estado de plenitud.

A los traumas de la vida necesitamos afrontarlos utilizando los instrumentos de la razón y de la afectividad. Para sobreponernos, sería bueno ordenar los hechos e intentar enfocarlos para buscar una salida, si ello es posible. Hacer una lista de mayor a menor intensidad de lo sucedido y ver cómo se pueden neutralizar algunos de ellos.

La importancia de la resiliencia es vital: significa practicar la resistencia a la adversidad, aprender a soportar situaciones duras, de gran dificultad, y ser capaces de crecer ante las dificultades y no hundirse. Es el arte de cambiar el dolor y dotarlo de sentido, la capacidad para ser feliz incluso cuando tienes heridas en el alma.

El autor nos brinda diez consejos finales para ser feliz:

  1. La felicidad consiste en ser capaces de cerrar las heridas del pasado. Necesitamos reconciliarnos con él.
  2. Tener una visión positiva de la vida. Esto hay que aprenderlo de uno mismo y de nuestro entorno. El optimismo es una forma positiva de captar la realidad y eso requiere una educación de la mirada para poder captar el ángulo positivo que muchas veces permanece escondido.
  3. Tener una voluntad de hierro. Fuerte, compacta, recia, robusta, resistente al desaliento. Hay que educarla desde los primeros años de la vida.
  4. Mantener un buen equilibrio entre corazón y cabeza. Los dos grandes componentes de nuestra psicología son el mundo de la afectividad y el de la inteligencia.
  5. Poseer un proyecto de vida coherente y realista. Debe albergar en su seno cuatro grandes argumentos: amor, trabajo, cultura y amistad. Tener en su interior el menor número posible de contradicciones.
  6. Poner los medios adecuados para hacer felices a otras personas. Cuando uno está intentando hacer esto se olvida de sí mismo, olvida sus problemas y dificultades, y eso le lleva a cambiar la dirección de sus acciones.
  7. Capacidad para apreciar las pequeñas alegrías y placeres de la vida ordinaria. Se trata de saber parar el reloj y detener el tiempo que corre fugaz para saborear el instante, sencillo pero muy positivo.
  8. Saber valorar las cosas que uno tiene y las que uno ha conseguido. Nos pasamos la vida pensando en el día de mañana, sin darnos cuenta de que es bueno de vez en cuando valorar lo que uno es y posee, y los objetivos que ha alcanzado.
  9. Saber darles a las cosas que nos pasan la importancia que realmente tienen. La vida tiene un cierto fondo imprevisible. Debemos tener respuestas y acciones preparadas para salir adelante en todo tipo de emergencias.
  10. No equivocarse en las expectativas. No pedirle a la vida demasiado, saber que la existencia humana siempre tiene limitaciones, cortapisas, barreras, restricciones.

Notas finales

“Todo lo que tienes que saber sobre la vida” te dará muchas herramientas para que puedas vivir felizmente y en armonía con tu entorno. Aprenderás a valorar las pequeñas cosas y a prestarle atención a lo que verdaderamente importa.

Consejo de 12min

Recomendamos el microlibro “¿Por qué la resiliencia?”, donde Boris Cyrulnik y Marie Anaut reunieron varias teorías y estudios sobre el tema, y su relación con la infancia y la adolescencia. Un título clave para comprender de qué se trata la resiliencia y cómo podemos ayudar a los niños que sufrieron un trauma.

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¿Quién escribió el libro?

Nació en Granada, España en 1947. Es docente de Psiquiatría y dirige el Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas en la ciudad de Madrid. Combina ambos cargos... (Lea mas)

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